miércoles, 16 de febrero de 2011

Mateu, espectáculo y comeduras de coco

(Nota: antes de que nadie se moleste, una cosa; las comeduras de coco son las mías).

Empezó con un comentario sin importancia de Mourinho tras un partido y lo que era una pequeña bola de nieve ha ido creciendo hasta ahora, en que solo se habla de él: Mateu Lahoz, el nuevo goldenboy del arbitraje español, el hombre que está sacando al arbitraje español de sus catacumbas.

Desde hace unas semanas se puede oír de todo: "Está revolucionando el arbitraje español", "Con su manera de arbitrar, el espectáculo está volviendo a la liga BBVA", "Deja jugar mucho y eso hace que el juego sea mucho más rápido", "Todos sus compañeros tendrían que mirarse en el espejo de Mateu", "Mateu es el árbitro más inglés que tenemos en España"...

Llevo unos días procesando el fenómeno Mateu, con ganas de escribir algo, pero solo hoy me he animado, gracias, sin duda, a un reportaje que le dedica As durante dos páginas. Es curioso, el mundo del fútbol le alaba, le defiende y quiere hacer bandera de él. Mientras tanto, los árbitros no lo ven de la misma forma.

Empecemos por el principio: Mateu es un buen árbitro. Tan bueno, tan bueno, que ha llegado a la primera división. Tan bueno, tan bueno, que es internacional. Es decir, tan bueno, tan bueno, como unos cuantos cientos de árbitros que han llegado a lo más alto y tan bueno, tan bueno, como los casi cien que han sido internacionales. Incluso es tan bueno, tan bueno, como sus otros diecinueve compañeros actuales en la plantilla de primera.

¿Quiere eso decir que es igual de bueno que los demás? No, ni mucho menos. Por supuesto que hay unos buenos y otros buenos, pero eso ya es cosa de filias y fobias personales, de personalidad y, por qué no, de suerte. ¿Es Mateu el mejor árbitro español? Indudablemente, no. Indudablemente, para mí, claro está. [Ah, no perdón, que decidí hace unas semanas que iba a usar la palabra "indubitativamente". Por defender de vez en cuando al Comité de Competición, quiero decir]. ¿Y por qué indubitativamente? Porque hay algún otro árbitro que me gusta más, simplemente. ¿Quiero eso decir que no me gusta Mateu? No. Y ya tenemos líos con las negaciones, las dobles negaciones y todo ese rollo. Con 'no' quiero decir que no puedo decir que no me guste Mateu.

"Mateu es el más inglés de nuestros árbitros". Y ahí le pongo el pero. No suele gustarme el modo de arbitrar inglés. A ver, me explico: me gusta mucho el modo de arbitrar inglés... cuando están arbitrando en Inglaterra. Cuando los jugadores son nobles, ayudan al árbitro, solo se preocupan de jugar, etc. Sin embargo, si yo tuviera algún poder en FIFA no dejaría que ningún inglés arbitrara fuera de su país. No saben. Es así de fácil. No es cuestión de que dejen jugar más o menos, de que dialoguen más o menos, de leyes de la ventaja o de contactos viriles. Es que no saben arbitrar a jugadores que no juegan en Inglaterra.

¿Me parece malo que Mateu pite así? Ni mucho menos. Cada uno pita como le da la gana. Él lo lleva haciendo así mucho tiempo (lo siento Mourinho, no tienes la exclusiva) y le ha ido muy bien. Pues ya está. Otros pitan de otra manera y les ha ido mucho mejor. Y otros tampoco pitan como él y les ha ido mucho peor.

Lo que se pide a un árbitro es que vigile que nadie haga trampas en un partido. Es para lo único que están ahí, simplificando mucho las cosas. Si todos fueramos honrados, no harían falta árbitros en los campos de fútbol. Ni policías por las calles, claro. Y el Reglamento es claro: esto es trampa y se castiga así. Y con esas diecisiete reglas, cada uno hace lo que puede. O lo que quiere.

A unos les gusta dejar jugar. A otros les gusta sacar rojas. Otros hablan mucho. A algunos no les gusta hablar. Menos mal que son todos distintos, porque si no, vaya rollo.

Me alegro de que por una vez se hable bien de un árbitro en la prensa. Lo único que pido es que esto no se convierta en un frontón, en el que hablando bien de Mateu al final acabamos poniendo a parir a los otro diecinueve. O los otros diez mil que pitan todos los fines de semana en España.