Ya ha terminado una temporada más, la octogésima según mis cuentas, y tenemos que ir preparando la siguiente. Quedan apenas doce semanas, 84 días, para que todo vuelva a empezar. Los entrenadores volverán a descargar sus culpas en los árbitros. Los delanteros achacarán su falta de puntería a los árbitros. Los defensas, que nunca creen entrar duro, culparán a los árbitros de sus expulsiones. Y los presidentes, cuando sus negocios vengan mal dados, también acudirán a los árbitros; para nada bueno, claro. Iba a hablar de los periodistas, pero para qué, ya sabéis lo que pienso de la mayoría. Y en la minoría prefiero no pensar, que se me calienta la boca.
Este año, quizá, ha marcado una evolución. Estábamos acostumbrados a “pegar” a los árbitros después de los partidos. Sin embargo, este año hemos empezado a sufrir las excusas arbitrales antes de los partidos. La prensa venía haciendo esto hace años (“Pepito dejó de pitar un penalti en la temporada 2003/04”), pero este año se le ha unido todo el mundo futbolístico.
Quizás el ejemplo más recordado, por próximo, ha sido la deportiva actitud de los entrenadores del Barcelona (quejándose de un árbitro portugués que ni siquiera estaba designado, por mucho que digan él y la prensa nacional) y del Real Madrid (es que el alemán es fan de Messi y el belga hizo no sé qué hace no sé cuántos años), ha cundido en nuestra sociedad. A partir de ahora daremos palos a los árbitros antes de los partidos. Si el partido va bien, me callo; y si sale mal, pues ya lo decía yo, que este árbitro es muy malo.
Esto es lo que hay. Los árbitros de primera tienen experiencia suficiente para soportarlo. ¿Pero y los demás, y los chavales de regional? Eso ya no le interesa a nadie.
Pero me dejaré de filosofaturas y líos mentales, e iré a lo que me importa, la temporada recién acabada y la que viene. Este año hemos tenido varios protagonistas:
- Mateu Lahoz: tengo que empezar por él, porque creo que ha desencadenado un “movimiento” en el fútbol, que pocas veces hemos visto. Por lo que me comentan los que saben, o los que le conocen, el valenciano ha pitado así desde siempre. Y le ha ido bien. Sin embargo, este año, tras una palabras de Mourinho, le hemos descubierto el común de los mortales. “El más inglés”, “El que deja jugar”, “El que defiende el espectáculo”. Ya escribí en su día sobre este tema y no tengo mucho más que añadir. Simplemente, ver cómo influye el colegiado valenciano en el arbitraje nacional en los próximos años. Y no me refiero a si sigue haciendo la guerra por su cuenta, sino a si provoca un cambio importante en el modo de arbitrar. Aviso: con esta última frase no quiero decir que yo quiera ese cambio o que no lo quiera; simplemente os pongo sobre la pista de lo que puede ser o no ser, porque a lo mejor todo se queda en agua de borrajas y dentro de quince años nadie se acuerda de estos debates.
- Ayza Gámez: para mí, otro valenciano es protagonista de esta temporada. Siempre al límite, muchas veces no por su culpa, sino porque no había huecos más arriba, este año todos nos hemos fijado en él. Incluso don Victoriano, que le premió una primera vuelta fantástica con una semifinal de Copa. Ahora mismo me atrevería a asegurar que es imposible que Ayza lo pase mal este año. Sin embargo, no me arriesgaré a decir nada, porque nunca se saben los designios que nos tiene preparados el señor (el señor Sánchez Arminio, claro). Eso sí, si queda por debajo del puesto decimotercero, será toda una sorpresa para mí.
- Velasco Carballo: aquí ya empezarán los comentarios a favor y en contra, porque es lo que tiene estar ahí arriba. Empezamos el año preguntándonos cómo UEFA no le había ascendido a Elite en junio, tras quedarse España con un solo colegiado en la máxima categoría, y terminamos el año pensando “¿Premier, Elite? Qué mas da”. Una semifinal de Champions y la final de Europa League le hacen acreedor, creo, a entrar en esta categoría de protagonistas de la temporada.
Y no se me ocurren más protagonistas. No es que no me hayan llamado la atención otros árbitros (por distintas razones), pero creo que esta temporada se recordará, arbitralmente hablando, por estos tres colegiados.
¿Y para el año que viene? Ay, el año que viene. Lo primero de todo, por orden, será la actualización de las categorías arbitrales UEFA para la segunda mitad de año. En cuanto a España, puede quedar todo igual, o haber varios cambios. Ahora no tenemos a nadie en categoría Premier, salvo Iturralde, y no nos vendría mal que ascendiera alguno de nuestros colegiados. Los candidatos son Teixeira y Clos (para mí por ese orden), aunque Borbalán ascendió en enero y podría dar la sorpresa. Si alguno de estos tres asciende a Premier, podría ser la oportunidad de Mateu de seguir subiendo en el escalafón UEFA. Ya veremos qué nos depara UEFA dentro de unos días.
Unas semanas después tendremos clasificación final de temporada y movimientos arbitrales. Este año no voy a hacer apuestas, más que nada, porque nunca gano. Lo que parece que está claro, así hemos visto en las designaciones, es que el catalán Estrada Fernández será internacional en enero de 2012, con lo que España recuperaría sus diez puestos en el cupo de FIFA. La gran incógnita será ver si el leonés González González también conseguirá su escarapela, o tendrá que esperar un año. Vale, ya estoy mintiendo: al final sí que haré apuestas. Y apostaré a que el leonés también será internacional en 2012. Hala, ya me he tirado a la piscina.
De ascensos y descensos no puedo hablar, es decir, dar nombres, porque este año no se me ocurre nada. No creo que este año ningún árbitro de primera haya dado motivos al comité para decir “ya está, le toca a este”. Sinceramente, yo no descendería a nadie (por lo que diré más tarde), pero me temo que a alguien le tocará. Habrá que esperar a finales de junio para enterarse.
¿Ascensos? Aquí me toca extenderme un poco (un poco más, tendría que añadir). Desde aquí pido, si alguien me lee, que acaben de una vez con la reducción de plantilla, que reviertan la situación y pasemos a hablar de ampliación de plantilla. Veinte colegiados en primera son muy pocos. Sí, ya sé que ahora pitan un huevo y parte del otro, que es mucho mejor pitar una semana sí y otra no, y todas las excusas que se pusieron para pasar de veinticuatro a veinte, pero no me convencen. Yo miro un poco más allá y no le veo futuro a esto. Cada día me convencen más los métodos inglés, alemán o italiano. En una palabra: que los colegiados de segunda puedan ir pitando partidos en primera. Eso sí, no todos los colegiados de segunda ni muchos partidos. Simplemente hay que ir probando árbitros en la máxima categoría. En vez de ir poco a poco, aquí vamos del cero al infinito. Un año estás pitando a la Ponferradina. Al año siguiente estás pitando al Español. Al año siguiente estás pitando al Barcelona. Y al año siguiente estás pitando al Fulham. Esta es, con este método de reducción, la carrera de un árbitro español. Asciendes a primera. El primer año te haces a la categoría y el segundo año te miras mucho al espejo a ver cómo te quedará la escarapela el año siguiente. Y no hay otra.
La plantilla de primera es vieja. Bueno, ahora se dice “tercera edad” o, como en Ecuador, “veteranos”. Solo hay que pensar en que el más joven de la plantilla tiene ya 34 años. Que sí, que ya lo sé, que con 34 años aún es joven, que le quedan once o doce años de actividad nacional e internacional, ¿pero no se podría coger a un chaval de segunda, de esos que hay varios de veintitantos años, e ir dándole partidos en primera? Llegará el día en que se instale definitivamente en la máxima categoría y ya tendrá una experiencia en estos partidos y… Es que no se ocurre nada más. No me gusta este sistema y lo único que hago es buscar excusas para “denigrarlo”. A lo mejor lo que tenemos ahora es lo mejor, pero nadie me ha convencido todavía de que lo sea.
Para los ascensos están los de siempre: Miranda Torres, Del Cerro Grande, Lesma López, Pérez Montero, Hernández Hernández… Mucho arroz para tan poco pollo. Algunos tendrán que esperar otro año. Algunos algún año más. Y se encontrarán con que llevan cinco o seis años siendo promesas de segunda y que suben a primera con treinta y tantos años, sin tiempo para afianzarse antes de ser internacionales y que crean que ya lo han conseguido todo.