miércoles, 16 de enero de 2013

Los árbitros, en el Museo de la Selección

La RFEF abrió su museo, el de la Selección, hace un par de años, ya casi tres. En él me imagino que podemos encontrar fotos, trofeos, trozos de historia... El museo se encuentra en la Ciudad del Fútbol, sede de la federación, en el municipio madrileño de Las Rozas, a mitad de camino de la sierra y de la polución de la capital. Y digo que me lo imagino, porque nunca he entrado. Digamos que el precio de las entradas no se ajusta a mi presupuesto. Pero esa es otra historia.

Hasta hace poco solo podíamos ver "historias" de jugadores y de entrenadores. A partir de ahora, también los árbitros estarán representados en este museo, que ya va siendo hora de que cambie de nombre: museo del fútbol, museo de la federación... No sé, algo que nos haga a todos sentirnos un poco más cercanos a él.

La idea de incorporar a los árbitros a este museo partió de lo más alto, del mismo presidente Villar, que acudió a quien debía, al Comité Técnico de Árbitros; que para eso está, para saber de árbitros. La idea era mostrar a los visitantes la historia de los árbitros internacionales españoles. ¿Por qué no de todos los árbitros? Bueno, poco a poco, es un paso.

Pues eso, a lo que iba: ya existe una exposición en el museo con la lista completa de todos los colegiados españoles que han alcanzado la categoría de internacional. Los que sigais este blog desde hace años ya estaréis acostumbrados a leer nombres tan desconocidos como Fermín Sánchez González o Andrés Rivero Lecuona, o tan míticos como Juan Gardeazábal Garay o José María Ortiz de Mendíbil Monasterio. Todos ellos están ahí, en mi lista y en la exposición del museo de la Selección. Desde el primero, José Llovera Mas, hasta el último, Carlos Del Cerro Grande. Noventa y cuatro nombres, noventa y cuatro hombres que representan la máxima aspiración de todo árbitro.

[Nota para nuevos lectores: haciendo una búsqueda en el blog, también vosotros podréis conocer la lista completa de internacionales].

Pero si todo se redujera a una lista, la cosa quedaría un poco descafeinada. Como os decía, en este mismo blog se puede leer. Os ahorráis un viaje a Madrid y los 12 euros que debe de costar la entrada. Lo realmente interesante de la exposición es que junto a cada nombre, o sobre él, está la foto del protagonista. A todo buen aficionado al arbitraje le suena el nombre de Ramón Melcón Bartolomé, pero ¿cuántos han visto una foto suya vestido de árbitro, con esa camisa blanca y esa chaqueta negra ribeteada de blanco? O, por ejemplo, cómo era José Plaza Pedraz cuando lucía escarapela (que no la lucía, porque no se llevaba, pero es una licencia poética) y no como le tenemos todos en mente, respondiendo a Jesús Gil.

En fin, alegrémonos de que la federación haya tenido esta iniciativa, que será poca cosa para muchos, pero que a otros nos parece un paso adelante. Además, el Comité ya está embarcado en otro proyecto análogo: ahora van tras las fotos de todas las colegiadas españolas que, desde María José Alcántara Negrín, en 1997, hasta Beatriz Gil Gozalo, el año pasado, han disfrutado de la categoría de internacional.

Ya sería mucho pedir que no se quedaran solo ahí y que extendieran su proyecto a todos los asistentes, masculinos y femeninas, a los árbitros de fútbol sala, a los de fútbol playa... En fin, a todos aquellos árbitros dependientes de la RFEF que han intentado representar a todo el arbitraje español allende los mares, que diría uno de letras.

Sería mucho pedir, pero yo lo pido. Es gratis.

viernes, 11 de enero de 2013

Sobre insultos, neveras y demagogias

A Sergio Ramos se le calentó la boca y estalló el mundo del fútbol. Bueno, unos segundos antes se le calentó la cabeza, pero eso es normal a 200 pulsaciones por minuto. Yo, cuando subo dos tramos de escaleras, me acelero. A 200 pulsaciones seguro que llego, si es que no las supero, porque mi entrenamiento físico es básico. Siempre ocurre lo mismo: subo las escaleras, llego a casa, me toco la frente y... ¡ya está! Caliente. Entiendo a Sergio Ramos.

Ayza Gámez, Miguel Ángel, valenciano, árbitro de 1.ª división, es un sinvergüenza. Lo ha dicho Ramos, Sergio, sevillano, campeón del mundo y de Europa. No solo es sinvergüenza, sino que es sinvergüenza, sinvergüenza y sinvergüenza. Tres veces. Las tres veces que se lo dijo Sergio Ramos. ¿A quién va a creer mi hijo (7 años), a su adorado Sergio Ramos o a Ayza ("Papá, ¿Ayza no es el nombre de un Pokemon?")? Eso es lo que ha conseguido el sevillano, que un pobre hombre que pasaba por allí quede como un sirvengüenza para la inmensa mayoría de los aficionados. ¿Y qué pasarán sus hijos cuando en el colegio les digan "tu padre es un sinvergüenza, que lo ha dicho Sergio Ramos"? O sus hijos, o su familia, que no conozco la situación personal del valenciano.

Los insultos no tienen que ser gratuitos. Yo puedo llamar hijoputa a un amigo y nos reímos. Incluso se lo puedo llamar a mi hermano y no creo que ninguno de los dos mire de reojo a ver si me ha oído mi madre. Pero si se lo digo a un tío por la calle, me responde. Si se lo digo en una situación "caliente", como puede ser una discusión de tráfico, me calza dos hostias. Si se lo digo a un policía, dos hostias y paso a disposición judicial. Y si se lo digo a un juez, durante el juicio por insultar al policía, ya puede mi hijo ir comprándose el abono transporte para visitarme en Soto del Real (chiste para madrileños y políticos corruptos).

Pero si lo dice un jugador, es que está a 200 pulsaciones. Es que el árbitro le está persiguiendo. Es que el árbitro es un racista. Es que el árbitro no sabe que Franco se murió hace cuarenta años. Es que el árbitro no ha mirado para otro lado, como todos sabemos que debe hacer. Es que el árbitro es un estómago agradecido. Que sí, joder, que el árbitro es un sirvergüenza y punto. Que lo ha dicho un campeón del mundo.

Lo que todavía no entiendo, tras dos días de tertulias futboleras, es cuál es el problema: Ramos insulta a un árbitro. El árbitro lo indica en el acta. El Comité de Competición sanciona al jugador. El Real Madrid recurre la sanción. El Comité de Apelación rebaja la sanción. Y ya está. La vida sigue. Me parece que este año vuelven a congelarme el sueldo, pero me da igual. ¡Sergio Ramos libertad!

Esta trama ha tenido varias subtramas, algunas más peregrinas que otras: 

a) Ayza Gámez a la nevera: sí, sí, claman algunos; no, no, descenso, claman los otros. Pues todavía no lo entiendo. Esta mañana he escuchado la tertulia de "Futboleros" (Marca TV) de anoche y no daba crédito: han citado más veces a Ayza que a Sergio Ramos. Pero ¿qué hizo Ayza? Expulsó por doble amonestación a un jugador y ya. Luego el jugador se calentó y le insultó, y ya. Ayza, como debe ser, lo indicó en el acta y ya. Y el Comité de Competición ha sancionado al jugador. Ayza, Ayza, Ayza... No hacía más que oír ese nombre. Yo, que no vi el partido, me he llegado a preguntar "¿Qué coño ha hecho Ayza para que se metan tanto con él?". Todavía no sé responder.

b) Ayza estará unos meses sin pitar al Real Madrid por malo: parece que por la tarde, en una entrevista en la radio, Sánchez Arminio, presidente del CTA, dejó entrever que Ayza no pitaría al Madrid por un tiempo. Y de ahí lo periodistas infieren que es malo. Que qué culpa tendrá el Sporting de Gijón para que les tenga que pitar Ayza. La medida de don Victoriano me parece muy acertada:

     1) No es un castigo: ¿qué más dará pitar un Real Madrid-Osasuna que un Deportivo-Español? ¿O es que los árbitros cobran distinto si pitan a unos o a otros? En fin, es lo que tienen las tertulias, que gritan, se aceleran, se les calienta la cabeza, luego la boca... Simplezas.

     2) Sánchez Arminio, con esta medida, si realmente se produce, lo único que pretende es proteger a Ayza Gámez. ¿Qué necesidad tiene don Victoriano de poner al valenciano al pie de los caballos, haciéndole arbitrar en un par de meses al Real Madrid? Ninguna. Hay más árbitro y hay más partidos para Ayza.

c) Esta sanción es muy dura. Ah, acabáramos. Esta subtrama ya me parece más propia de un debate. Así sí entro. O no, porque no tengo una opinión formada. Hay un reglamento disciplinario, al que se atiene el Comité de Competición y nada más. ¿Que el reglamento es muy duro? Pues vale. ¿Que es muy laxo? Pues también. Si me preguntáis, yo preferiría que las "faltas", como los insultos, menosprecios, etc., se saldarán con una fuerte multa económica; y que los "delitos", como dureza en el juego, agresiones, etc., terminaran con la suspensión por varios partidos. Si me preguntáis, claro. Mientras tanto, menospreciar (¿existe la palabra?) te cuesta de 1 a 3 partidos, e insultar, de 4 a 12. Y, por si nadie se ha dado cuenta, ni Ayza ni ningún árbitro decide si algo es un menosprecio o un insulto. Eso lo decide un Comité de Competición.

Alguna subtrama más ha habido, pero esas me interesan menos. Que si en otros casos parecidos la sanción ha sido distinta, que si Sergio Ramos pierde la cabeza con facilidad, que si Ayza es tan malo que desquicia a los jugadores, que si la abuela fuma, en definitiva. Tantas horas de tertulia necesitan munición.

Por último, me gustaría comentar la única defensa pública que ha tenido el árbitro Ayza Gámez y que, desgraciadamente, pasará inadvertida entre tanta verborrea futbolera. Ayer, mientras se conocía y se debatía la sanción de Sergio Ramos, el comité de designación (Sánchez Arminio, López Nieto y Puentes Leira) nombraba al valenciano para un partido en la jornada 20 de Liga. En la que le correspondía pitar un partido, vamos. Que no, que no hay nevera. A lo mejor hoy les llena otra tertulia este dato. Aunque como es viernes, quien más quien menos ya está pensando en las copichuelas del fin de semana.