Esto no puede seguir así. Hoy voy a hablar de dos agresiones, de las que acabo de enterarme, y que sucedieron hace unos fines de semana en el norte de España. Y aunque no os lo creáis, ambas fueron en partidos de primera división con colegiados internacionales.
La primera fue así: el colegiado dejó de sancionar un penalti a favor del equipo local y el público saltó al campo. Como es preceptivo, el colegiado suspendió el partido y se dirigió hacia los vestuarios. Allí le visitaron el Gobernador Civil y el presidente del equipo visitante, a los que el colegiado informó que no puede seguir arbitrando, porque su estado moral se lo impide. ¿Y qué pasó? Pues nada, que el colegiado salió detenido por el Gobernador Civil, que le devolvió la libertad pasadas unas horas.
La segunda, de este modo: Cuando lo jugadores se dirigían a la caseta, un visitante agredió al árbitro. ¿Le defendió alguien? No, para qué. El árbitro contestó a la agresión como se merecía el jugador y tuvo (el árbitro) que ser sujetado por varios compañeros del agresor. Una vez calmados los nervios, lo jugadores soltaron al árbitro... que se lanzó de nuevo contra su agresor. ¿Resultado? El árbitro tuvo que volver a ser sujetado por cuantos había alrededor.
Vaya, eso sí que eran otros tiempos. Estaba hablando de la temporada 1931/32, de los partidos Alavés-Ath. Bilbao y Alavés-Real Unión, y de los colegiados Pedro Vallana Jeanguenat (el detenido), vizcaíno; y de Julio Ostalé Gómez (el "agredido"), aragonés.
Qué buenos tiempos aquellos. Y eso que todavía no os he contado lo del colegiado pistolero.
La primera fue así: el colegiado dejó de sancionar un penalti a favor del equipo local y el público saltó al campo. Como es preceptivo, el colegiado suspendió el partido y se dirigió hacia los vestuarios. Allí le visitaron el Gobernador Civil y el presidente del equipo visitante, a los que el colegiado informó que no puede seguir arbitrando, porque su estado moral se lo impide. ¿Y qué pasó? Pues nada, que el colegiado salió detenido por el Gobernador Civil, que le devolvió la libertad pasadas unas horas.
La segunda, de este modo: Cuando lo jugadores se dirigían a la caseta, un visitante agredió al árbitro. ¿Le defendió alguien? No, para qué. El árbitro contestó a la agresión como se merecía el jugador y tuvo (el árbitro) que ser sujetado por varios compañeros del agresor. Una vez calmados los nervios, lo jugadores soltaron al árbitro... que se lanzó de nuevo contra su agresor. ¿Resultado? El árbitro tuvo que volver a ser sujetado por cuantos había alrededor.
Vaya, eso sí que eran otros tiempos. Estaba hablando de la temporada 1931/32, de los partidos Alavés-Ath. Bilbao y Alavés-Real Unión, y de los colegiados Pedro Vallana Jeanguenat (el detenido), vizcaíno; y de Julio Ostalé Gómez (el "agredido"), aragonés.
Qué buenos tiempos aquellos. Y eso que todavía no os he contado lo del colegiado pistolero.
1 comentario:
Hay cosas que desgraciadamente no cambian .. hablo de las agresiones.
César, ¿qué tal un cuento con todas estas anécdotas ..?
Eres un pozo de sabiduría.
¡Te animo a escribir ..!
Saludos
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